sábado, 28 de agosto de 2010

PEKIN: UN TOQUE DESCOMUNAL

DIA 2 (Sabado, 31 de Julio)

La bienvenida a China fue brutal: Un calor de mil horrores como entre 35 y 40 grados a las 6 de la mañana, pero con una humedad increible y un nublado muy espeso(llegamos a pensar que todo era por la contaminación, que aunque la hay, se trata de los monzones de la costa, lo que hace que se concentren tantas nubes.

Tras coger los equipajes, noté como mi exquisito salchichón Casademont desapareció de mi equipaje. Cambiamos dinero y aproveché para poner en práctica mi modesta habilidad con el Chino para negociar los precios (esto será clave para todo el viaje). Cogimos un taxi al centro y ya pudimos ver la plaza de Tian'anmen, la foto de "Mao" colgada y los templos de alrededor... chulísimo!.

Nos pusimos a buscar el hotel sin mucha idea, y la gente se nos quedaba mirando por la calle, supongo que por una mezcla de ser occidentales y las barbas. Una vez instalados en el hostel, fuimos a dar un paseo por Tian'anmen y la Ciudad Prohibida. Pekín tiene un turismo interior impresionante. Las hordas de pueblerinos que llegan de todas las provincias a ver su capital, nos pedían sacarnos fotos con ellos: Nos faltó dar autógrafos....

También aprovechamos para dar una vuelta por un Hutong, que son barrios antiguos de calles estrechas y numerosas viviendas de gente pobre. Esto fué lo más auténtico que he visto en mucho tiempo. Paseando por sus calles, de vez en cuando al pasar por una puerta recibías una bocanada de aire pestilente. Gente sin parar de pasar en motillos y bicicletas, haciendo recados, venta ambulante o paseando. Se ve mucha miseria, pero la gente parece feliz y es super amable, y no existe sensación de peligro alguno.

Por la tarde contratamos una excursión para ir a la Gran Muralla y dormir allí en una de las torres. Aquello fue otra pasada, sobretodo en el viaje por la carretera: Los conductores son auténticos kamikazes. No existen normas de circulación; es un poco como que solo pasa el que sabe colarse. El ceda el paso no existe y el claxon es como un elemento más del embrague, siempre constante. Se adelanta por cualquier lado. Incluso en las autovías, acceder ya es una proeza, pero como hasta el arcen todo es carretera... Lo único no permitido es enfadarse o perder los nervios por ello.

La gran muralla, esa impresionante maravilla del mundo, en realidad no es más de lo que ya conocéis. Nosotros nos fuimos a un tramo lejano, "Simatai" (cerca de Badaling), donde no había nadie. Las únicas personas que habían eran tan solo nuestro grupo, de 4 franceses, dos suizos, una inlgesa y un mexicano, y aparte 7 u 8 turistas chinos más, ya que esta zona tenía una subida como de 500 u 600 metros de desnivel y por eso, las hordas de chinos van a otros tramos de la muralla, más cercanos, llanos y reformados.

Os podréis imaginar la puesta de sol y la infinita muralla que se pierde en el horizonte y resurge en otras crestas. Todo un regalo para nuestra retina, y otra ilusión de nuestra vida cumplida.

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