sábado, 28 de agosto de 2010

DATONG: Un pequeño pueblo de provincia...

DIA 5: Martes, 3 de Agosto

En la mañana que salimos del hostel en direccion a la estacion de tren, con una hora de adelanto por si acaso, ya nos intentaron estafar desayunando en un cuchitril chino. Nos quisieron cobrar por las buenas el doble de lo que acordamos antes de sentarnos, menos mal que estabamos al loro y solo perdimos 1 yuan en la operacion ya que no nos quisieron dar el cambio.

Pasamos de taxis y nos fuimos en metro, como siempre dando el espectaculo de dos mochileros occidentales. Ya en la estacion, nos llevamos el susto. Por lo visto nuestro tren no salia desde esa estacion (estacion Oeste), sino desde la estacion del Norte, que estaba a unos cuantos kilometros.... caras blancas y rapidamente a coger un taxi, que para colmo ninguno queria usar taximetro y hay que negociar. Llegamos a la estacion a tiempo, tan solo por 10 minutos.

Este tren era sin asientos numerados, delante nuestra habia una cola de 500 chinos, y una vez mas eramos el show de la estacion. En el tren nos ubicamos como pudimos con una pareja de cuarentones y atendimos las instrucciones de los revisores.

La clase medio-baja china se aglutinaba alli, y el trayecto, de 8 horas, finalmente se convirtio en todo un evento cultural conversando lo que podiamos con los que nos rodeaban hasta llegar a ser el centro de atencion del vagon. Descubrimos a gente abierta, amable y muy humilde, con bastante curiosidad sobre nuestras costumbres y nuestro pais, y con bastante poca idea de todo lo que existe fuera de china. Fue una experiencia muy enriquecedora.

El tren atravesaba tramos de la Gran Muralla con vistas espectaculares, extensos campos de maiz, y llamativas centrales eléctricas de carbón, asi como multitud de vias ferroviarias secuncarias que se perdian en el horizonte para conectar otras industrias o poblaciones.

Al fin llegamos a Datong, un pequeño pueblo de provincia de tres millones de habitantes. El tipico pueblo en el que bajas con aspecto de marciano ante la mirada de toda la calle, donde casi nadie habla inglés y apenas hay indicaciones informativas.

Tras un primer contacto con taxistas desesperados, avispados comisionistas de hoteles y demas personajes para sacar partido a nuestra costa, nos tomamos un pequeño almuerzo en un antro autentico y nos fuimos a un ciber (dentro de un hotel) para buscar nuestras mejores opciones en la ciudad.

Finalmente nos fuimos a un albergue bastante aceptable, y desde alli, comenzamos a prepararnos el viaje del dia siguiente a las Cuevas Budistas de Yungang.

Por la noche nos fuimos a sacar dinero y cenar en un restaurante que nos dejo el mejor sabor de boca de china. Y no solo por las suculentas y variadas comidas, sino con el recibimiento, el trato y la confraternizacion que mantuvimos en todo momento. Las risas, los brindis, los saludos y la cordialidad que pudimos disfrutar esa noche sera inigualable, hasta el punto de querernos invitar a la cena. Aquel fue un momento glorioso en esa pequeña gran ciudad y que nunca olvidaremos.





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